Las 5 plagas más comunes en instalaciones ganaderas y cómo combatirlas

En las explotaciones ganaderas, la salud y el bienestar de los animales dependen mucho del entorno en el que viven. La limpieza y la ventilación son esenciales, pero incluso con buenas prácticas, las plagas pueden convertirse en un problema recurrente. Moscas, roedores, ácaros o incluso aves silvestres pueden afectar la producción, transmitir enfermedades y poner en riesgo la bioseguridad de las instalaciones.

Por eso, saber cuáles son las plagas más comunes en instalaciones ganaderas y cómo combatirlas no solo mejora la productividad, sino que también protege la inversión del ganadero. En Taxus & Reels, somos expertos en control ambiental y por eso hoy te hablamos sobre las cinco plagas más frecuentes y las estrategias más eficaces que puedes llevar a cabo para mantenerlas bajo control.

Las moscas

Las moscas son, sin duda, una de las plagas más comunes y molestas en cualquier granja. Su presencia no solo es incómoda, sino que también puede afectar la salud de los animales y del personal. Parecen inofensivas, pero las moscas transmiten bacterias, virus y parásitos que pueden llegar al alimento o al agua, provocando infecciones y reduciendo la productividad del ganado. Si quieres saber cómo desinfectar el agua de tu granja echa un vistazo a este artículo.

The mosca doméstica y la mosca de los establos son las especies más habituales. Las dos se reproducen con rapidez en ambientes calurosos y húmedos, en especial donde hay materia orgánica acumulada, como estiércol o restos de pienso.

Para que no haya moscas es muy importante que haya una buena gestión de la limpieza y la ventilación. Mantener la zona de estiércol seca, limpiar los comederos todos los días y evitar la acumulación de residuos orgánicos son pasos esenciales.

En muchos casos, se refuerza el control con el uso de trampas, productos biocidas autorizados y soluciones naturales que no afecten a los animales. ¿La clave? Combinar prevención y tratamiento de forma continua, sin dejar que la plaga se establezca.

Los roedores

Las plagas de ratones y ratas son un amenaza mucho más grave de lo que parece a simple vista. Son animales inteligentes, resistentes y se reproducen con rapidez, lo que los convierte en una plaga difícil de eliminar una vez instalada. Además de comerse el pienso y dañar las estructuras, los roedores pueden presentar enfermedades zoonósicas como la leptospirosis o la salmonelosis, que afectan ya no solo a los animales, también a nosotros.

Detrás de su control tiene que haber una estrategia planificada. No sirve de nada colocar veneno de forma puntual: hay que sellar grietas, mantener los almacenes limpios y controlar de dónde viene el alimento.

Un programa de desratización profesional, con estaciones de cebo seguras y revisiones cada cierto tiempo, es la forma más efectiva y responsable de mantenerlos a raya.

Ácaros y piojos

Aunque son pequeños y casi no se ven, los ácaros y piojos pueden causar grandes pérdidas económicas. Estos parásitos externos se alimentan de la sangre de los animales y provocan irritación, picor, estrés, pérdida de peso y disminución en la producción de leche o huevos. En casos más graves pueden llegar a generar infecciones secundarias.

El ácaro rojo, bastante común en granjas avícolas, es muy problemático. Se esconde en grietas durante el día y sale de noche a alimentarse, lo que hace más difícil atraparlo.

La mejor estrategia es la prevención: mantener una buena limpieza, desinfectar entre lotes y controlar la temperatura y humedad del ambiente, ya que los ácaros se reproducen en climas cálidos. Cuando la infestación ya está presente, deben utilizarse acaricidas o insecticidas específicos bajo supervisión profesional.

¿La mejor solución para que no aparezcan? Mantener el entorno seco y bien ventilado. Esa es la mejor barrera contra ellos.

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Escarabajos y larvas en el estiércol

Entre las plagas más comunes en instalaciones ganaderas, los escarabajos del estiércol son menos conocidos, pero eso no significa que sean menos perjudiciales. Su presencia suele pasar inadvertida hasta que la infestación es importante.

Estas larvas se alimentan de restos orgánicos y estiércol, y pueden servir de refugio a bacterias como Salmonella either E. coli. Además, también pueden dañar la madera o materiales aislantes, afectando la estructura de los establos o gallineros.

Para prevenir su proliferación, es esencial una buena gestión de los residuos. Retirar diariamente el estiércol, mantener la cama seca y realizar una desinfección completa entre ciclos productivos son pasos básicos.

Si el problema ya está presente, se pueden utilizar tratamientos biocidas específicos que eliminen tanto larvas como adultos. El control ambiental, en especial de la temperatura interior, es también determinante, ya que las larvas no sobreviven a temperaturas altas.

Palomas y aves silvestres

Las aves forman parte del entorno natural, pero en una granja pueden transformarse en un inconveniente y además, bastante serio. Las palomas, gorriones o estorninos buscan dónde refugiarse y alimentarse y con ello traen excrementos, plumas y microorganismos que contaminan los piensos y el entorno. Además, el hecho de que vengan favorece la llegada de parásitos como ácaros o pulgas.

La mejor forma de controlarlas es impedir que entren. Para ello, se pueden instalar mallas protectoras, pinchos disuasorios, además de mantener los silos bien cerrados ayuda a evitar que las aves encuentren zonas donde anidar. También conviene eliminar fuentes de alimento al aire libre y mantener una buena limpieza. Cuando la infestación ya es elevada, lo más recomendable es recurrir a un servicio profesional de control de aves, que aplicará soluciones seguras y respetuosas con el bienestar animal.

La importancia de un plan de control integral

Saber cuáles son las plagas más comunes en instalaciones ganaderas y cómo combatirlas es importante ya que, no es solo eliminar insectos o roedores y ya está, también hay que mantener un entorno equilibrado y saludable. Las explotaciones modernas necesitan un plan de control de plagas integral, adaptado a sus características y nivel de riesgo. Este plan debe incluir inspecciones periódicas, medidas preventivas, uso responsable de biocidas y registro de todas las actuaciones.

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